OPINIÓN:
Creo que esta historia deja un bonito y reflexivo mensaje que todos deberíamos aplicarnos. Nos invita a reflexionar sobre la actitud del compañero de habitación del ciego, el cual, desinteresadamente, se tomó el tiempo de animar a su compañero y hacer feliz su estancia en el hospital.
Existen múltiples posibilidades de ofrecer nuestra ayuda en
la vida cotidiana. Pensamos que para ayudar hay que hacer grandes cosas, pero ayudar
no implica donar grandes cantidades de dinero, participar en campañas… sino que
hay otros tipos de ayuda mucho más accesibles que podemos realizar en el día a día,
porque aunque sea un pequeño gesto, el cual a veces creemos insignificante, en muchas ocasiones es más valioso que algo grande.
El compañero del hombre ciego, a pesar de su situación de enfermedad, decidió, en vez de compartir sus penas y desdichas, lo cual le habría ayudado a desahogarse y sentirse mejor consigo mismo, inventarse historias sobre lo que ocurría más allá de la ventana para poder así, alegrar a su compañero, dándole ilusión y esperanza. Ante este hecho, él a su vez, recibió a cambio felicidad de igual manera, olvidando sus pesares y compartiendo un buen rato con su compañero ciego, porque, cuanto más desinteresadamente hacemos las cosas, los frutos que obtenemos son muchos mayores.
Debemos compartir nuestra felicidad y no guardárnosla para nosotros mismos, descubriendo así lo gratificante que puede llegar a ser algo tan simple como intentar todo lo posible porque alguien se sienta bien.
"Creo que he aprendido que la mejor manera de levantarse uno mimo es ayudar a otra persona"BOOKER T. WASHINGTON